EL PODER DE NUESTRAS EMOCIONES
Desde un punto de vista superficial y sin llevar a cabo el acto consciente de observar lo que pasa en nuestro cuerpo y nuestra mente, las emociones pueden parecernos un mundo de sensaciones sobre las cuales tenemos poco control y que con frecuencia nos dominan. En el pensamiento corriente está bastante extendida la creencia de que la vida y las personas tienen el poder de “hacernos sentir” de una u otra forma y por lo tanto nos hemos convertido en buscadores compulsivos de placer, diversión y buenos momentos, lo cual a la vez implica una aversión natural a los conflictos, los retos y las emociones que consideramos negativas.
Entendiendo esta visión limitada, los grandes investigadores en el campo de las emociones, y de manera muy especial el psicólogo estadounidense Daniel Goleman se han propuesto profundizar en el conocimiento de estas reacciones psicosomáticas que experimentamos los seres humanos y difundir una aproximación mucho más consciente a ellas. Esa fue la misión esencial que Goleman se planteó a través de su teoría de la Inteligencia Emocional (IE) y que fue presentada por primera vez en su libro de 1995.
Un largo tiempo de investigación e interacción con miles de personas llevaron a este psicólogo a concluir que el Coeficiente Intelectual (CI), que durante décadas fue considerado como un factor determinante en el éxito de las personas y el logro de metas dignas, en realidad era menos importante de lo que se creía y que el manejo asertivo de las emociones aparecía como un común denominador de las personas que habían logrado mayor éxito y felicidad en la vida. De estas conclusiones y una observación sistemática Goleman derivó cinco competencias que a su modo de ver eran los componentes fundamentales para el desarrollo de la Inteligencia Emocional, los cuales, con una práctica sostenida tendrían el poder de conducirnos a mayores logros y un estado más constante de paz y felicidad.
A continuación, describimos cada una de estas competencias:
Autoconciencia
También referida comúnmente como autoconocimiento, esta competencia tiene que ver básicamente con la capacidad para ver nuestras emociones, sentirlas, aceptarlas, identificarlas, ponerles nombre y reconocer que hacen parte del sabio sistema cuerpo-mente-espíritu que somos los seres humanos. De acuerdo con esto, las emociones son señales que emite nuestro cuerpo en respuesta a los pensamientos que tenemos o las palabras que nos decimos sobre las situaciones y las personas, y no simplemente estados de ánimo que nos llegan automáticamente por la acción del mundo exterior.
Una persona autoconciente sabe que sus pensamientos determinan lo que siente y por lo tanto cuida lo que piensa y habla. Así mismo, es capaz de observar sus emociones sin juzgarlas y entiende que ellas son indicadores útiles para conocerse y determinar lo que pasa en mundo interior, por lo cual no se permite culpar a la vida por lo que ella experimenta, aún si sabe que hay situaciones que con las que no está de acuerdo.
Autorregulación
Esta habilidad, con frecuencia la más difícil de poner en práctica, tiene que ver con tomarse el tiempo para entender las emociones y preparar respuestas asertivas ante ellas, en responder más que reaccionar a las situaciones y evitar ser presa de nuestros estados emocionales, ya se trate de lo que consideramos positivos o negativos. Por supuesto, esto implica un reto grande y tiempo de práctica para lograr mayor asertividad en las respuestas, pero tener conciencia de nuestro poder para gestionarlas es un primer paso esencial para conseguirlo.
La persona con capacidad de autoregulación ha desarrollado el poder para pensar antes de actuar, conoce y pone en práctica la certeza de que puede controlarse, respira profundo para evitar reacciones airadas, expresa sus emociones y puntos de vista con calma, y se enfoca en equilibrase a sí misma, en vez de tratar de cambiar el mundo o a las demás personas.
Automotivación
Esta competencia se define como la capacidad de ser dueños de nuestras emociones y generar en nosotros mismos estados de ánimo positivos o, por lo menos, conservar la calma ante las adversidades. Tiene todo que ver con saber que nuestros pensamientos y palabras crean las emociones, y consecuentemente con la capacidad de escogerlos bien para sentirnos motivados. No se trata de tener una visión poco realista de la vida, sino más bien comprender que no controlamos el mundo exterior, pero sí tenemos en nosotros el poder para afrontar lo que la vida nos traiga.
Quien ha desarrollado la automotivación sabe que la vida por naturaleza trae circunstancias adversas, pero puede sentirse en paz, aún en situaciones por las que otros se perturban, confía en sí mismo, no tiene necesidad de controlar las situaciones externas porque sabe que su poder más grande es la calidad de sus pensamientos y sus palabras. Puede mantener una actitud positiva aún en situaciones como un día lluvioso, un trancón, un ambiente de presión laboral, un gesto desagradable de parte de alguien, etc.
Empatía
Es lo que popularmente conocemos como “ponerse en los zapatos del otro”, tiene que ver con entender que las demás personas, al igual que nosotros, tienen deseos, miedos, motivaciones, ansiedades, etc. Es respetar las formas de ser y sentir de las demás personas, aún si no estamos de acuerdo con ellas, colaborar, comprender, escuchar, acompañar…
Aquel que tiene desarrollada su empatía puede escuchar activamente a los demás, apoyarlos y entender sus emociones sin hacerlas suyas. Es capaz de servir a otros porque sabe, por su propia experiencia, el valor de ser tenido en cuenta, escuchado y aceptado.
Habilidades sociales
Más que una sola competencia, Daniel Goleman propone aquí una serie de habilidades referentes a las relaciones sociales y que considera cruciales para llevar la Inteligencia Emocional a la interacción entre las personas. Estas son:
- Influencia: La capacidad para relacionarse con las personas de forma atractiva e inspiradora, y ser capaz de persuadirlas en un sentido positivo.
- Comunicación: La habilidad para entender a los demás y hacernos entender: escuchar, hablar claro, validar la información, hacer buen uso del silencio, utilizar asertivamente el lenguaje verbal y corporal.
- Liderazgo: El poder para inspirar a otras personas y conducirlas al logro de objetivos, especialmente a nivel de equipos.
- Gestión del cambio: La capacidad para adaptarnos a los cambios, entendiendo que estos hacen parte de la vida, y contribuir a que otras personas se adapten también a ellos.
- Gestión de los conflictos: Siendo los conflictos de intereses y las diferencias de opinión algo natural en la vida, es vital que aprendamos a gestionarlos de forma civilizada y ser mediadores para que resolverlos tomando en cuenta los puntos de vista se todas las personas.
Hola @juliangomez gracias por este artículo sobre el Poder de las Emociones. En momentos como los actuales se hace necesario el desarrollo u uso de estas competencias. Saludos!